Dicen que la música de Ólafur Arnalds tiene propiedades curativas, que produce alivio, paz o sosiego. Son canciones nacidas específicamente por una necesidad de curación. Y el alma en convalecencia no era otra que la de su propio firmante. “Es verdad. Yo era el típico chico tímido y retraído, el niño sensible que acabó sufriendo bullying en la escuela. Viví una adolescencia bastante traumática”, se sincera por videollamada con la serenidad de quien contempla unas cicatrices que ya apenas supuran. “Incluso mis padres acudieron en más de una ocasión a la escuela, alarmados porque no cesaba el acoso. Pero yo empecé a componer y encontré en esas piezas el refugio que necesitaba, un lugar en el que perderme. Sin la música, creo que aquellos compañeros me habrían hecho mucho daño”, añade. (fuente: El País ) Visita su site
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